mércores, 11 de abril de 2018

Una semana movida - Picos de Europa



Tenía abandonado este blog. No por falta de ganas -los blogs siempre fueron mi red favorita, a pesar de sus carencias- sino de material, sobre todo gráfico. Para que os hagáis una idea, tengo dos entradas redactadas a falta de fotos (una de ellas, rebasada por esta y que no llegaré a publicar). Aquellos que me seguís en Instagram seguramente os hayáis dado cuenta de que llevo unos meses con una cierta desesperación, precisamente, por la falta de material. Monfragüe, Illas, Illas, Monfragüe... ¡mi madriña, si me aburría yo, no quiero pensar vosotros! Era un problema con el que contaba encontrarme, claro, pero a pesar de ello, cuando llegó esta Semana Santa, salté sobre mi oportunidad de ampliar el número de Parques de los que tengo material. Estaba claro que Picos de Europa entraba en el pack, pero pude añadir, finalmente, dos visitas bastante express (y la verdad es que bastante completas para lo que había que ver en ese momento) a Guadarrama y Tablas. Y así, gracias a sacrificar horas de sueño y bienestar físico en el altar de conseguir lo que uno quiere, tengo material suficiente para sobrevivir una temporadita y escribir varias entradas. Guadarrama y Tablas, por supuesto, tendrán sus propias entradas. Picos, por su parte, pretendo dividirla en varias, que iré alternando con otros Parques, ya que fue una visita intensita por ambientes diferentes y pretendo ahorraros el tostón infumable que sería meterlo todo en la misma entrada -y editar las fotos correspondientes en una tanda, no voy a mentiros. Hoy voy a esbozaros un poco sobre el Parque, la preparación y el viaje, y en próximas entradas iré un poco más al detalle. Som-hi!

Fuente Dé es una de las zonas más abrumadoramente verticales del Parque.

Este viaje tiene, como todos, un inicio. Lo que pasa es que el de este fue muy poco novelesco. Sabía que quería visitar un Parque en Semana Santa. Sabía qué días debía ser (grandioso descubrimiento del año pasado). Y ya. Así que me puse a pensar y a descartar destinos por diversos motivos hasta reducir la decisión a dos: Canarias (Timanfaya-Teide o Garajonay-Caldera, que en realidad harían tres, pero caían en la misma categoría) o Picos. Y entonces empezaron a ir mal las cosas. Lo primero, Irene, que iba a acompañarme, se lesionó (¡ponte buena pronto!). Luego, me costó horrores encontrar quien la sustituyese, hasta que apareció Olalla, a la que debo agradecer poder redactar esta entrada. Tras una discusión besuguera (a ambos nos parecían bien ambos destinos), se impuso el factor económico frente al riesgo meteorológico y nos decidimos por Picos. Como, sin duda, estaréis pensando, nos pasamos las semanas previas al viaje lamentándonos amargamente de nuestra decisión mientras, una tras otra, diversas borrascas iban entrando y golpeando el norte de la península. Ahora me río, pero en ese momento me subía por las paredes.

Una carretera lateral del desfiladero de Los Beyos. 
Estas carreteritas a ninguna parte nos dieron la vida.

Cambiando brusca y radicalmente de tema (volveremos al viaje más adelante), Picos de Europa son tres macizos -que reciben los originales nombres de Oriental, Central y Occidental- ubicados en la Cordillera Cantábrica. Tres características explican por qué Picos es como es: ser producto de la Orogenia Alpina (el proceso más reciente de formación de cordilleras, los dinosaurios no las conocieron), ser una zona fundamentalmente caliza y tener una alta pluviosidad, muy relacionada con su cercanía al mar. Estas tres características, traducidas, significan "Montañas altas y poco erosionadas, compuestas de un material sensible al agua y en una zona con mucha agua". Por eso los paisajes de Picos son tan abruptos y cortados, y por eso existen en su seno infinidad de cuevas, galerías y otras formas de relieve kárstico. Fue esta belleza paisajística la que llevó a Pedro Pidal -impulsor de la primera Ley de Parques Nacionales y primer hombre en coronar el Naranjo de Bulnes, del que hablaremos en su momento- a promover la declaración, en 1918, de Montaña de Covadonga como el primer Parque Nacional del Estado, creando el germen de lo que hoy es Picos de Europa. Pero Picos no es sólo paisaje, claro: Una transición de unos 2500m  de altitud entre sus cumbres más elevadas y sus zonas más bajas, un desnivel poco habitual en la península, permite una gradación de ambientes que van desde los bosques atlánticos costeros hasta la alta montaña. También su condición de reducto glacial, es decir, de refugio para especies que llegaron a la península durante alguna glaciación y permanecieron en las zonas altas de las montañas al retirarse sus poblaciones junto a los hielos, que lo convierten en un lugar donde podemos encontrar vestigios de la fauna y la flora que poblaron la península en otra época. Todas estas condiciones convierten a Picos de Europa en un Parque que requiere una buena inversión de tiempo para conocerlo bien.

El Naranjo de Bulnes o Picu Urriellu es probablemente el más emblemático del Parque.

Picos es un lugar especial para mí. En primer lugar, se trata del segundo Parque que visité, tras Ordesa, y el primero del que guardo recuerdos. En segundo, es el Parque que más veces visité, sobre todo en su vertiente cántabra. Por eso, cuando empecé a planear el viaje, iba un poco sobre seguro. Planteándome que debía empezar este y otros Parques por las zonas fáciles, decidí acceder por las tres provincias que lo conforman. En primer lugar, y usando Potes como base, subiríamos a Fuente Dé y bajaríamos por el camino que desciende desde el teleférico. Al día siguiente, y desde Cangas de Onís, subiríamos a Lagos -madrugón mediante, pues el acceso en vehículo privado está restringido desde las 8 de la mañana- y, si nos daba tiempo, iríamos a Poncebos, la entrada norte del Cares. Y, finalmente, y de nuevo desde Cangas, recorreríamos el desfiladero de Los Beyos hasta Valdeón, donde haríamos un trozo de la Ruta del Cares desde el sur. ¿Sencillo, no? La verdad es que no me parecía mal plan, era variado, sin mucha dificultad, y combinaba roadtrip con algo de senderismo. Un año normal -o una Semana Santa más tardía- podríamos haberlo hecho sin demasiados problemas. Sin embargo, en un innecesario alarde de que nosotros nos adaptamos a la naturaleza, no ella a nosotros, una idea en la que jamás insistiré lo suficiente, la cadena de borrascas cubrió Picos de nieve. Esto nos cerró muchas opciones, y en futuras entradas os contaré más en detalle algunas de ellas, pero sobre todo nos vedaba el senderismo tranquilo, desequilibrando el viaje hacia una roadtrip bastante más pura. Pero, como no hay mal que por bien no venga, eso nos permitió visitar más sitios de los que pensábamos y dotó de un componente espectacular el paisaje que nos rodeaba. Lo que sí es cierto es que, si bien llegamos tras una cadena de borrascas (y al marcharnos entró otra), los días que estuvimos en Picos disfrutamos de cielos azules y temperaturas de hasta 25 grados lo que, ríos espontáneos en la carretera aparte, fue una auténtica gozada, y convirtió esta en la que, probablemente, fue la visita que más disfruté a este Parque. Espero que las fotos que acompañan esta entrada sirvan para abrir boca para las entradas que están por venir.

La Garganta del Cares tiene una fama bien merecida.


Quiero terminar la entrada agradeciendo a Olalla Piñón haberme acompañado a este viaje, aguantar mis manías, hacer fotos mientras conducía (la primera foto es suya, de hecho) y discutirme por todo. Fue todo un placer.

Keep parking!

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Quiero aprovechar esta entrada, que quedó cortita, para recordaros que The National Parking Project es un proyecto multiplataforma y que podéis encontrarnos en Facebook e Instagram, donde podéis seguirnos. Bueno, sobre todo en la última, no voy a engañaros. Tenía -y tengo- intención de seguir ampliando a otras redes, comoTwitter o Vero, pero prefiero ir con calma a hacerlo rápido y mal. Sobre el canal de YouTube, al que tenía bastantes ganas, una serie de problemas técnicos me obligan a posponerlo sine die. Así que ya sabéis, suscribíos al blog y seguidnos en nuestras redes para no perderos nada.